Etimológicamente, este término proviene del gr. άξιος, áxios: 'valioso' y λόγος, logos: 'tratado'. Tratado o Filosofía de los Valores; es decir, es la rama de la Filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos.
El
término Axiología, como lo afirma Cadena, Antonio (2004), fue empleado por
primera vez por Paul Lapie en 1902 y posteriormente por Eduard von Hartmann en
1908. La reflexión explícita acerca de los valores, sin embargo, es anterior a
la noción de Axiología y puede remontarse al filósofo David Hume, quien se
preocupa principalmente por los valores morales y estéticos y elabora una
teoría anti metafísica y nominalista de los valores. Desde el punto de vista
ético, la Axiología es considerada, junto a la Deontología, como fundamentación
de la Ética.

Por
otro lado, también Karl Marx utiliza un concepto económico de Valor para fundamentar
en buena medida sus críticas y análisis socioeconómicos.
La
Axiología no sólo trata abordar los valores positivos, sino también los
negativos o antivalores, analizando los principios que permiten considerar que
algo es o no valioso, y considerando los fundamentos de tal juicio. Dicho otra
manera, el conocimiento sobre los valores es más bien relativo (implica una
apreciación personal o cultural convencional) aunque los valores son
independientes, inmutables y absolutos (no están condicionados por ningún hecho
cualquiera sea su naturaleza), como lo afirma Rasieri Frondizi. Por lo tanto,
la ausencia de un valor genera automáticamente su antivalor correspondiente; no
obstante, los antivalores pueden llegar a ser valores para quienes los
practican con frecuencia por ser considerados como ya costumbre y normativa de
vida.
La
investigación de una teoría de los valores ha encontrado una aplicación
especial en la ética y en la estética, ámbitos donde el concepto de valor posee
una relevancia específica.
Algunos
filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado
diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores. En
este sentido, puede hablarse de una «ética axiológica», que fue desarrollada,
principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
Pero,
¿Qué son los valores? Pues, son aquellos criterios que rigen el comportamiento
de los seres humanos. La práctica de los valores identifica a un individuo con
la manera de estar en el mundo del grupo al que pertenece, afirmando así una
determinada concepción de la humanidad; por lo tanto, son inculcados en la
familia y reforzados en durante el proceso social de enseñanza y aprendizaje.
Sería absurdo afirmar que “en la sociedad ‘X’ los valores se han perdido”;
puesto que los valores no se pierden, están frente a nosotros, inculcados en el
seno familiar, allá nosotros si no los practicamos, por lo tanto, los perdidos
serían quienes no los practican, en tal caso.
Los
valores pueden ser clasificados de acuerdo a la opinión de diferentes autores.
Sin embargo, su organización y sistematización obedecen a criterios
universales.
Scheler
(1941) realizó una clasificación de los valores que llamó “clases fundamentales
de relaciones de esencia apriórica”. Según esta jerarquía de los valores, unos
valores son “más altos” y otros más bajos, siguiendo una serie de criterios:
-
Criterio de duración: “los valores parecen ser superiores cuanto más duraderos
son”. Es de esencia de lo agradable el captarse como variable y efímero. Los
valores vitales son dados como estables.
-
Criterio de la divisibilidad: los valores son tanto más altos cuanto menos
divisibles o fraccionados. Esto parece realizarse el mínimo en lo agradable
sensorial y se realiza más en los valores estéticos. El valor de lo divino es
universalmente participable.
-
Criterio de satisfacción: es más elevado al aportar una satisfacción más profunda.
Lo agradable sensorial sería un valor inferior porque no puede dar una
satisfacción entera. Los valores del conocimiento serían superiores a los
valores sensoriales y a los vitales, porque pueden satisfacer incluso dentro
del displacer de la enfermedad. Los valores religiosos pueden producir un gozo
sereno.
-
Criterio de fundamentación y de relatividad. Los valores que se fundamentan en
otros son inferiores a éstos, porque dependen de ellos y son relativos a otro
valor. Este otro valor será más alto, llegando al final a valores
independientes (que no se fundamentan en ningún otro) y absolutos.
Scheler
da también una ordenación jerárquica de los valores, reduciendo a cuatro las
clases o “modalidades de valores”:
1)
La serie de lo agradable y lo desagradable, en la que estarían los sentimientos
sensoriales de placer y dolor sensible. En ellos diferencia los estados
afectivos de la vida sensible de los valores de lo agradable y de lo
desagradable percibidos por el espíritu en la intuición emocional.
2)
La categoría de los valores vitales, de los bienes y males físicos que
acompañan la vida, como la salud, vigor, enfermedad, vivencias emocionales e
instintos.
3)
El reino de los valores espirituales, que serían independientes del cuerpo y
captados por un “percibir afectivo espiritual”. Dentro de ellos están los
valores estéticos, los valores de los “justo e injusto”, los valores del puro
conocimiento de la verdad realizados por la filosofía, y los “valores por
referencia”. Los “valores de referencia” serían los de la ciencia y la cultura.
4)
Los “valores de lo santo y lo profano”, dados sólo respecto de objetos
absolutos o divinos, alcanzados por una forma de amor que se dirige a las
personas. El valor de lo santo es esencialmente un “valor de personas”, con
reacciones específicas como la fe, la incredulidad, la veneración, la
adoración; y “valores de referencia” como el culto, los sacramentos, personas y
cosas santas, etc.
Scheler
clasifica también los valores en relación a los sujetos portadores de los
mismos: los valores de las personas y los de las cosas, que pueden ser propios
o extraños. Estarían, además, los valores de los actos, de conocer, de amar, de
pensar, etc., de las funciones de ver, oír, sentir; valores de la disposición
interior, de la intención, de la acción, y de los estados afectivos; valores de
la forma de unión y relaciones entre personas (por ej. el matrimonio) y, en
general, valores individuales y colectivos. Scheler engloba todas las
realidades del universo en su nueva categoría del valor.
Scheler
destaca la estructura jerárquica del reino de los valores y sus relaciones
esenciales, negando que el conocimiento de esta jerarquización se obtenga por
experiencia empírica o deducción lógica racional. No incluyó en sus cuatro
clases fundamentales de valores los valores éticos y estéticos, ya que en torno
a ellos giraría la especulación, porque son los valores propios de la persona,
que se han de realizar según la preferencia y elección de los valores
superiores en cada caso.
Frondizi
(1972), considera que los valores tienen una cara subjetiva y otra objetiva, y
para conocer y valorar el valor no solamente se requiere de un sujeto y un
objeto, sino además de las circunstancias, ya que son ellas quienes determinan
la valoración. Esto entonces se refiere a que el valor existe como una cualidad
irreal, más no ideal, porque el valor no le da existencia al objeto, sino que
lo supone:
Objetivos
y subjetivos.
- Valores inferiores: Económicos y afectivos.
- Valores intermedios: Intelectuales y estéticos.
- Valores superiores: Morales y espirituales.
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